Niño salvaje
Lunes 25 de Noviembre de 2019Niño salvaje (Dia 372)
La luna catorce se hace pequeña, menguante, el frío navega a través de los vientos árticos hasta aquí, la humedad se instala en las paredes, los hielos vuelan invisibles y en la brisa que corre por la ventana disfruto los vientos del norte, el otoño se desvanece y el implacable invierno se anticipa. Los olores de las chimeneas de las casas alrededor llegan a mi olfato, alcornoques, pinos, maderos hecho cenizas, deleitándome con sus majestuosos aromas, liberando hormonas por todo mi cuerpo. Cierro los ojos y aparezco frente a mi casa disfrutando de este mismo olor del fuego que calienta y protege el hogar mientras puedo volver, así puedo sentir el mismo aire que conecta nuestras redes del espacio y el tiempo donde todo es efímero y relativo, observo el mar de mi casa y construyo la realidad que deseo, el viaje astral de mi niño salvaje interior, la magia que contrasta con el mundo de la tecnología y la información, la magia que intenta ser útil ante el mundo superficial de la apariencia, los acondicionamientos sociales y los patrones de comportamiento uniformes que rigen a la mayoría de los seres humanos e intentan regir a la totalidad. La magia de nuestros antiguos siempre tan individual y única, sin estructuras de poderes mediocres, instituciones corruptas o manipuladoras religiones, sin intermediaciones; la majestuosa conexión divina entre Dios y el hombre.
Perdido entre los rincones de los inmesurables límites de mis caminos neuronales y mi conciencia, puedo pasar los días y las noches encerrado entre estos muros y rejas, cada momento un aprendizaje interesante para la vida. Desde las primeras horas, las primeras semanas, los primeros meses de este ilegitimo encierro, el momento de salir ha estado próximo, cercano, en cada instancia ha existido la luz de sacar la verdad a flote, de que aparezca aquel funcionario con sed de justicia y haga honor a ella. Hoy completo 403 días en prisión sin haber cometido delito alguno y no pierdo la esperanza de sentir mi libertad en la proximidad. Aunque la realidad de este horripilante lugar es mucho más dura que la de mis viajes interiores, a través de ellos moldeo dicha realidad, conectó con la fuente que desea esta experiencia para mí, vuelvo cada día al ejercicio de perdonar al mediocre guardia civil que mintió, a la juez que no hace su trabajo o lo hace mal, o no lo sé, no lo entiendo pero poco a poco aceptó más y más, sin cuestionar mucho los caminos del universo, descifrando la perfección que hay en cada experiencia y la complejidad de la existencia en algo tan sencillo como es ser lo que somos. Inhalando y exhalando, mirando el horizonte truncado por un muro e imaginando lo que hay más allá, satisfaciendo el aquí y el ahora, viviendo en carne propia el sufrimiento como musa de mi inspiración, aprendiendo el arte de dominarlo, disfrutarlo y transformarlo en música, en palabras, en energía, impregnándome del blues que cargan los trenes a través de las llanuras de la vida.
Así la magia juega un trascendental papel, sin ella todo se reduce a la razón y al cuerpo, majestuosos como cada uno de nuestros planos, pero incompletos sin esa llama que no tiene explicación, que sencillamente está allí para el que se acerca a ella, para quien desea alimentar la curiosidad de los profundos, confusos y a la vez abrazadores confines de la existencia. Complejos en la confusión del mundo moderno saturado de información, creencias masivas y conductas mecánicas; condicionamientos, pero simples en el autoconocimiento y en la aceptación de nuestras realidades inmediatas, en la infinita capacidad de asombro con las cosas más sencillas de nuestro entorno, en el amoroso reposo que nos brinda aquel niño salvaje que todos llevamos en el interior. La ciencia no habla de esto, tampoco la escuela, mucho menos la religión, ni los medios, ni alguna fuente de primer alcance, pero cuando apartó estos factores externos que han intentado condicionarme y que algunas veces aún me condicionan, puedo encontrar cierta paz interior, cierto estado de unidad no permanente pero siempre disponible, incluso con el sabor amargo de la injusticia o con las ruidosas mentes y desgastados cuerpos que rodean mi contexto.
Los ancestrales chinos, los antiguos indios, los primitivos africanos, los tibetanos, los chamanes americanos y australianos, los brujos alpinos o de la alta Siberia, y en cientos de diferentes formas y un sinfín de culturas en la historia de la humanidad lo han sabido siempre y lo siguen sabiendo, pero hoy el mundo se occidentaliza y se hace esclavo de la razón haciendo de la espiritualidad una creencia sin profundidad y un condicionamiento sin análisis, donde la gran mayoría cae presa del miedo sembrado por siglos, alejandose de la simpleza de dicha magia que nos trae la brillante luna menguante, el frío aire que refresca nuestro cargado ser o cualquiera de las experiencias humanas que nos permiten escuchar las suaves palabras de conciencia que aquel niño salvaje que susurra en nuestro mundo interior.