La Magia

Sábado 10 de Agosto de 2019

La Magia (Dia 262) 

Desde los tiempos más antíguos hasta nuestros días, la magia es parte central de la vida de hombres y mujeres. Es una experiencia que constituye al hombre como el trabajo y el lenguaje. Abarca desde el juego infantil hasta el encuentro erótico y desde encontrarse solo en el mundo hasta sentirse parte de él. Es un desprendimiento del Yo, de lo que somos o creemos ser a través de la fe, el poder, la imaginación hacia el otro que también somos. Aquella voz interior en un plano paralelo que llamamos conciencia, que nos permite crear o viajar a otras realidades como arquitectos de nuestros mundos interiores, y nos brinda una especie de compañía constante, es la fuente, es Dios.

La magia se cultiva cuando se aprende a ver, fuera de las escuelas, los medios y las iglesias ya que allí no es enseñada ni reconocida, solo si el individuo busca en su interior, estos factores externos pueden contribuir en dicha enseñanza. De no ser así, la magia va desapareciendo en el desarrollo de una persona condicionada por una sociedad de producción y consumo, donde la magia no es deseada e intenta ser eliminada sistemáticamente en la cotidianidad de aquel paulatino y progresivo proceso.

Somos seres mágicos por naturaleza, y aunque está llama se puede opacar en algunos, nunca se apagará, siempre estará allí para nosotros por más que eliminen a los profetas que nos han acercado a ella o por más que tergiversen su mensaje, la magia siempre saldrá a flote naturalmente y en fluidez, cuando creemos y confiamos en nuestra sabiduría ancestral y cuando la cuidamos y no la dejamos opacar.

La magia es el único poder que puede salvarnos de ser reducidos a serviles esclavos de los mundos que nos rodean, de nuestra propia mente o de todas aquellas redes en las que ya hemos sido atrapados o podríamos serlo. Bajo el fuego de la poderosa llama encendida siempre; se encuentra la magia, forjando la espada de nuestra real libertad y la constante búsqueda de nuestro camino. También nos brinda el coraje y la sabiduría para mantenernos firmes ante el mundo que invade nuestro inconsciente con información opuesta, miedo, confusión, caos, división, egoísmo, guerra, etc.

La magia es la capacidad de soñar o inducir y manipular la realidad y su contenido. De determinar los sueños a través del cese del diálogo interno, soñar despierto y volar hacia el lugar o la situación que deseas hasta verla como una realidad física y palpable. El autoconocimiento como introducción al despertar espiritual es un saber despreciado por la cultura occidental y la ciencia contemporánea. Los antiguos y los nativos alrededor del mundo siempre lo han sabido y a través de las plantas, de conocimiento, los astros y un sinfín de técnicas de experiencias humanas, han utilizado la magia para el desarrollo espiritual y de la conciencia de sus comunidades y/ o civilizaciones; pero tanto los misioneros así como los científicos se han acercado a las aún existentes comunidades indígenas, no tanto para conocerlas sino para cambiarlas, vincularlas e integrarlas a la espiritualmente confundida sociedad actual, son desde su arrogante posición religiosa o científica aberraciones, errores o productos culturales para clasificar y catalogar en el museo de curiosidades y monstruosidades.

También es un factor real y común que las experiencias vitales de sufrimiento y dolor nos acercan al conocimiento de la magia, muchas veces sustituida por un placebo social o físico, pero también muchas otras veces determina el comienzo o la continuación de una persona en el camino de la conciencia de la unidad.

 

Personalmente sólo después de superar la batalla con los demonios de la rabia, el dolor y la impotencia que traen la injusticia y el abuso, me acerco a cierta paz en un regocijo interno, más sin embargo no es una constante, es una meta a la cual debo llegar cada día, cuando miro a mi alrededor y necesito protegerme del hostil entorno al cual no pertenezco a través del amor, la música, la enseñanza, el conocimiento, el perdón, la aceptación, las letras, la meditación, el movimiento... Sólo experimentando otros mundos podemos entonces ubicar el nuestro en su valor justo y así capacitarnos para ver fugazmente el mundo real, aquel entre nuestra propia estructura cultural y esos otros mundos donde el ying y el yang se fusionan y sólo existen la experiencia, el sujeto y el aprendizaje, el saber y el poder de la acción como eje de la transformación. Y así las experiencias de sufrimiento y dolor deben ser asumidas como oportunidades de conocer, introducirse y experimentar el camino de la magia. La magia es el camino del corazón.